Los pasados 8 y 9 de agosto se celebró en Belém do Pará, en Brasil, la cumbre de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), Organización intergubernamental creada en 1995 por los 8 países sudamericanos que comparten la cuenca hidrográfica amazónica (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela) con el objetivo de preservar las selvas tropicales de la región.

Cabe destacar que toda la zona tiene una extensión que supera los 7 millones de kilómetros cuadrados, ocupando la selva amazónica propiamente dicha unos 5,5 millones, casi 18 veces el tamaño de Italia, y cuya vegetación se ha ampliado enormemente gracias a las condiciones cálidas y húmedas que ofrece la cuenca hidrográfica del río Amazonas y sus numerosos afluentes. La selva amazónica por sí sola representa aproximadamente la mitad de todas las selvas tropicales que aún quedan en la Tierra. Es el lugar donde se encuentra alrededor del 10% de la biodiversidad terrestre y que, con sus 16.000 especies de plantas y más de 390 mil millones de árboles, representa una reserva de carbono vital para el planeta, esencial en la lucha contra el calentamiento global y también para mantener el equilibrio adecuado de oxígeno en la atmósfera.

La que acaba de concluir representa la tercera cumbre de la OTCA – celebrada 14 años después de la segunda – en Belém, ciudad en la desembocadura del río Amazonas en el norte de Brasil, considerada la puerta de entrada a la Amazonía: una especie de ensayo general de la ciudad que acogerá la Conferencia de las Naciones Unidas sobre cambio climático COP30 en 2025.

Al final del primer día de la cumbre, todos los países participantes firmaron una declaración conjunta que tenía como punto principal la creación de una alianza para luchar contra la deforestación. Con este nuevo pacto se pretende dar un nuevo impulso a acciones conjuntas para el desarrollo sostenible de los recursos de la región con el objetivo específico de evitar que la Amazonía alcance el llamado «punto de no retorno», es decir, que la Amazonia emita más gases de efecto invernadero de los que absorbe. Para lograr este objetivo, la declaración estableció 113 puntos de acción divididos en varios capítulos, los más importantes de los cuales se refieren, además de la creación de la Alianza Amazónica contra la deforestación, también a la creación de un Parlamento Amazónico; la coordinación de las fuerzas de seguridad y de inteligencia en la lucha contra la criminalidad en la región, con la creación de un Centro Internacional de Cooperación Policial; una política común sobre el respeto de los derechos humanos y la protección de los pueblos indígenas.

Finalmente, la declaración estableció lugar y fecha de la próxima cumbre que se celebrará en Colombia en agosto de 2025.