La ciudad es uno de los productos más exitosos de la especie humana. Un fenómeno social que se desarrolló hace miles de años casi simultáneamente en diferentes partes del mundo, las ciudades se han multiplicado, creciendo en número, tamaño, adaptándose y evolucionando con el tiempo impulsadas por los cambios en la economía, la sociedad, el medio ambiente.

Actualmente, las ciudades producen alrededor del 70% de las emisiones globales de carbono, son responsables de más del 60% del uso de recursos y producen el 50% de los residuos globales. Teniendo en cuenta que, según las proyecciones, para 2050 alrededor de dos tercios de la población mundial vivirá en ciudades, estas últimas tendrán un papel clave en la lucha contra los efectos del cambio climático, y podrán hacerlo adoptando sistemáticamente la economía circular. Las Naciones Unidas estima – por ejemplo – que la transición a una economía circular en la producción de materiales como el cemento o el acero  – basada en el concepto de reducción, reutilización, reciclaje y recuperación – contribuiría a la reducción del 45% de los gases de efecto invernadero contribuyendo junto con las renovables a la descarbonización de la producción eléctrica para alcanzar el objetivo de la carbon neutrality.

Italia tiene mucho que decir al respecto. Nuestro país saca lo mejor de sí mismo cuando cruza sus antiguos cromosomas, su identidad, con los retos que nos esperan. Las raíces del futuro viven en nuestro país, raíces que describen una forma de producir cuidadoso con la calidad, el medio ambiente y las relaciones humanas.

En los últimos cinco años, más de 430.000 empresas han invertido en la economía verde para superar la crisis. Solo en 2019 tuvimos el récord de inversiones con un crecimiento del 21%. El empleo «verde» en 2018 creció en más de 100 mil unidades, superando los 3 millones de ocupados, el 13.5 por ciento de la fuerza laboral. Y eso no es todo. Italia es la primera en Europa en reciclaje de residuos. Somos la superpotencia de la circularidad y este resultado viene de nuestra forma de estar en el mundo. De hecho, Italia el país europeo con la mayor tasa de reciclaje de residuos especiales y municipales totales (79,4%), un valor superior a la media europea (48,6%) y la de Alemania (69,1%), Francia (66,2%) y España (48,7%). Este resultado determina en una reducción anual de las emisiones de 23 millones de toneladas equivalentes de petróleo y 63 millones de toneladas equivalentes de CO2.

Históricamente somos pobres en materias primas y energía y por esta razón hemos tenido que utilizar la fuente de energía más renovable y menos contaminante: la inteligencia humana. Con el tiempo hemos sido capaces de construir cadenas de suministro más eficientes y de calidad porque nuestra antropología empresarial es la base de una economía circular vinculada a la forma italiana de hacer economía, que mantiene unida la cohesión social, las nuevas tecnologías y la belleza, los mercados globales y los vínculos con territorios y comunidades, la flexibilidad productiva y la competitividad. Y en Italia, más que en otros países, las ciudades catalizan la identidad, las culturas, la cohesión, el futuro.

Ya el Costituto di Siena de 1309 – escrito en la lengua vernácula y colgada en las iglesias para que todos pudieran conocerla – decía: «Los que gobiernan deben tener la belleza de la ciudad en el corazón, por el bien del deleito y la alegría de los extranjeros, por el honor, la prosperidad y el crecimiento de la ciudad y los ciudadanos».  Valores en la base de un destino común, que se apoya sobre una economía a escala humana. Hoy más que ayer aliada también de la sostenibilidad.

Ermete Realacci – Presidente Fundación Symbola